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El milagro de Belo Horizonte

El Mundial de 1950 será recordado por siempre por el “Maracanazo” de Uruguay, pero hubo otro partido que rompió todos los pronósticos. Se lo conoce como “el milagro de Belo Horizonte” y fue la inimaginable caída de los inventores del fútbol a manos de una selección amateur.

El delantero Joe Gaetjens es llevado en andas luego de su gol ante Inglaterra.

El estadio Independencia de Belo Horizonte fue el escenario del debut de Uruguay en el Mundial de 1950 (con goleada 8-0 ante Bolivia), pero también del histórico triunfo de Estados Unidos sobre Inglaterra (1-0).

Fue la recreación futbolística de la batalla entre David y Goliat, pero para entender la magnitud de aquella victoria estadounidense, hay que repasar el contexto.

Inglaterra llegó a Brasil para disputar su primera Copa del Mundo, tras haberse negado a participar de las ediciones anteriores por considerar que ningún país era “digno” de enfrentar a los inventores del fútbol.

La selección inglesa arribaba con buenos antecedentes, con futbolistas de la talla de Stanley Mathews -primer ganador del Balón de Oro-, y con la firme convicción de que había llegado la hora de exhibir su poderío al mundo.

Era tanta la confianza, que el DT inglés se dio el lujo de reservar al propio Mathews ante EEUU.

Es que Estados Unidos no representaba ninguna amenaza. Había viajado con un equipo completamente amateur, que se conoció pocos días antes de la competencia. No era algo sorpresivo: en aquella época, el fútbol en Estados Unidos era una actividad restringida a las universidades y a los guetos de emigrantes.

Ingleses y estadounidenses se enfrentaron el 29 de junio por la segunda fecha del grupo 2 y la única interrogante a develar era el número de goles que anotarían los británicos.

Como era de esperar, Inglaterra había debutado con victoria (2-0 a Chile) y Estados Unidos se había estrenado con derrota (1-3 ante España).

EL PARTIDO

Los ingleses salieron con todo al ataque y pusieron a Estados Unidos contra las cuerdas: al minuto y medio de juego, el arquero estadounidense Frank Borghi -chófer de funeraria de profesión- tuvo que emplearse a fondo para poder desviar un remate de Roy Bentley que iba directo al ángulo.

La presión de Inglaterra no cesó y en los primeros 12 minutos ya había tenido seis chances claras de gol y dos pelotas en los palos.

Era lo esperable. “Nosotros salimos a la cancha con la misión de poder contenerlos y que sólo marcaran cinco o seis tantos”, confesaría después el propio Borghi.

Estados Unidos no podía hacer tres pases seguidos ni alejar la pelota de su campo. El empate se mantenía de milagro, unas veces por los vuelos salvadores de Borghi y otras por la imprecisión de los delanteros ingleses.

Lo impensado ocurrió en el minuto 37. Sin posibilidades de acercarse al área británica, el maestro de escuela Walter Bahr apuntó al arco rival desde el mediocampo. La pelota parecía presa fácil para el arquero Bert Williams, pero apareció por sorpresa el delantero Joe Gaetjens -nacido en Haití-, y el esférico terminó en la red. Hasta hoy, nadie sabe explicar bien cómo pasó lo que pasó.

“Gaetjens apareció como de la nada, remató de cabeza y superó al portero inglés”, contó escuetamente el único periodista estadounidense presente en el estadio.

Tampoco hay tomas gráficas del momento del gol: todas las cámaras apuntaban  al otro arco.

Gaetjens era un delantero de escasos recursos técnicos, pero muy rápido. El seleccionador estadounidense William Jeffrey lo descubrió cuando lavaba platos en un restaurante de Brooklyn para pagarse los estudios de contabilidad.

“USA 1 – ENGLAND 0”

Tras el descanso, los 10.000 aficionados presentes en el estadio esperaban que los aclamados ingleses despertaran de su letargo y dieran una lección a los novatos estadounidenses.

El trámite siguió siendo el mismo: con Inglaterra al ataque y con Estados Unidos defendiendo la ventaja como podía, con Borghi agigantándose en el arco y con los palos como aliados.

Cerca del final, el público empezó a volcarse decididamente a favor de Estados Unidos, vislumbrando que la hazaña era posible.

Los jugadores británicos sintieron el impacto y enhebraron su último ataque con peligro a los 82 minutos, con una corrida de Mortenson que fue frenada por el defensor Charlie Colombo con un tackle de rugby.

Tras el pitazo final, los aficionados brasileños saltaron al césped y alzaron en hombros a los jugadores estadounidenses.

Cuando la noticia llegó a Londres, los ingleses pensaron que se trataba de un error tipográfico. La agencia United Press International envió un télex con el resultado: “USA 1 – England 0”.

Algunos periódicos británicos, incrédulos, titularon al otro día: “USA 1 – England 10”. La victoria de Estados Unidos no estaba dentro del terreno de lo posible.

HABLAN LOS PROTAGONISTAS

“Ni en sueños de nos pasó por la cabeza que podíamos ganar. Nos hubiésemos conformado con perder por 2-0, porque normalmente es imposible mantener a raya a un equipo tan superior durante tanto tiempo”, comentó el defensa estadounidense Harry Keough.

“De 100 partidos contra ellos, habríamos ganado 99 con holgura. Pero nos marcaron un gol de pura casualidad y nos vinimos abajo”, lamentó el delantero inglés Tom Finney.

¿Qué sucedió después? Inglaterra no pudo recuperarse del golpe: cayó 0-1 ante España y emprendió el viaje de regreso a casa con la amargura del fracaso.

Estados Unidos, por su parte, cerró el torneo perdiendo 2-5 ante Chile.

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